Caracas, 23-10-1907 / 03-12-1978
Todos los que estudiamos música hemos aprendido de la famosa “Teoría de la Música” de A. Danhauser, que la música es el arte de los sentidos. Sin embargo, esta definición está bien lejos de reflejar lo que realmente es la música y, con toda seguridad, ninguna definición será enteramente satisfactoria. Sydney Lanier, el poeta, critico y músico norteamericano lo dijo alguna vez de una manera bella: “La música es el amor en busca de la palabra”.
La misma ciencia, que todo lo estudia y escudriña, no ha podido determinar que es lo que tiene la música, ni cómo ni por qué nos afecta emocionalmente de una manera u otra. Lo más que podemos hacer es explicar como llegamos a conformarla como “obra”, sin que tampoco sepamos como se desvela el misterio de su creación. Lo único que sí entendemos es que para componer música sublime es necesario algo así como el “encuentro con Dios”. En lo que se refiere a la música occidental, sabemos de unas formulas de armonía, contrapunto y composición, inventadas o mas bien derivadas de la práctica en la creación musical para dar un cierto orden y lógica a la materia, pero también sabemos que en algún momento a alguien se le ha ocurrido transgredir estas normas para crear piezas musicales extraordinarias, novedosas y transcendentales.
Nuestra sociedad mucho habla de los inconvenientes de convertirnos en profesionales de la música, como compositores, como intérpretes, y no es de ahora sino desde hace tiempo. Vemos los ejemplos en aquellos músicos como Borodin, Tchaikosvsky y tantos otros que trataron de estudiar o estudiaron otras carreras a instancias de sus padres para alejarlos del llamado de la música. También se ha dado el caso de carreras cruzadas o entrelazadas: los profesionales de otra carrera que también lo son de la música o viceversa. Y este es el caso del nuestro prócer No.5 el Dr. LUIS CALCAÑO DÍAZ.
En la primera mitad del siglo XIX llegaron a Venezuela dos miembros de una familia proveniente de Génova, Italia, de apellido Calcagno (Con “gn”): Giovanni Francesco y Giovanni Batista, mientras otros siguieron su curso hacia Argentina. De esa rama familiar nació Luis Calcaño padre, de igual nombre, inculcó en él disciplina y orden, tal vez debido al hecho de que éste había vivido largos años en Liverpool, Inglaterra.
Luis Calcaño comienza sus estudios de música a los siete años y llega a dominar el violín y la viola, prefiriendo ejecutar este último como integrante de la “Orquesta Sinfónica Venezuela” desde su fundacion. Igualmente tocó la viola en la primera orquesta de planta de la emisora “Broadcasting Caracas” (1BC).
Recibió instrucción musical del Maestro Vicente Emilio Sojo y realizó estudios de armonía y contrapunto con el Maestro Juan Bautista Plaza en la “Escuela de Música y Declamación” (hoy, Escuela Superior de Música “José Ángel Lamas”). Fue estricto y disciplinado en todas sus actividades. Se levantaba a eso de las 2 o 3 de la madrugada a estudiar y componer, y esto le permitió ahondar por su cuenta en los conocimientos de la fuga, de las formas musicales y de la instrumentación.
Entre sus obras podemos mencionar: el “Andante” (1946), parte de una obra sinfónica que quedó inconclusa, el “Nocturno Modo Dorico” (1947), presentado para el Premio Nacional de Música, obteniendo “Mención de Honor”, y el “Preludio y Nocturno” para piano (1951) que estrenaría la excelente pedagoga y siempre recordada profesora Harriet Serr. También compuso la obra “América”, acreedora de medalla de Oro y Diploma de Honor (1954).
A los 44 años compone su “Fantasía Sinfónica” que, al igual que el resto de sus obras sinfónicas, fue estrenada por la “Orquesta Sinfónica de Venezuela”, bajo la conducción del Maestro Ángel Sauce. Tuvo una estrecha amistad con el Maestro Sauce desde su juventud, y tocando la viola conformó con él (violín) y con su primo José Antonio Calcaño (violonchelo) el “Cuarteto CALCAÑO-SAUCE”.
Se casó con Mary Monagas y de este matrimonio nacieron dos niñas y dos varones.
En la fecha en que la “Orquesta Sinfónica Venezuela” se funda en 1930, egresa de la “Universidad Central de Venezuela” con el título de “Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas”, que era el que se le otorgaba a los ingenieros civiles. Su papel fue fundamental en la creación de la orquesta ya que él fue uno de los personajes más influyentes para que el Maestro Vicente Emilio Sojo decidiera involucrarse en el proyecto, sin cuyo poder de convocatoria hubiera sido tarea bastante más difícil o tal vez imposible. Además de instrumentista, fue vicepresidente de la primera Junta Directiva de la sociedad.
Como Ingeniero Civíl formó parte del cuerpo de ingenieros en el Ministerio de Obras Públicas desde 1936 y fue jefe de división en la Dirección de Cartografía Nacional (hoy Instituto Geográfico “Simón Bolívar”). En la parte docente, impartió clases de Astronomía y cartografía durante diez años en su Alma Mater, la U.C.V.
En el año 1967 sufre una hemiplejia y luego fallece en el año 1968.
El Dr. Luis Calcaño Díaz, es otro de los Próceres de la “Orquesta Sinfónica de Venezuela”, cuya vida se prolongó en sus composiciones y en la huella imperecedera de su legado profesional como pilar fundamental de nuestra institución.
Fuentes: Textos varios y conversaciones con su hijo Juan Francisco Calcaño y la profesora Adda Elena de Sauce.
Investigación y textos de los “Próceres de la OSV”
Alejandro Ramírez – Presidente de la SOSV (1991 – 2010)
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